Dadas las recientes y desafortunadas declaraciones de Lilia Lemoine y Benegas Lynch — cada uno meando fuera del tarro por diferentes razones — me siento obligado a salir de la cueva y ofrecer una breve reflexión.
Dentro del crisol ideológico y sobre todo energético que es La Libertad Avanza, donde existen y coexisten todo tipo de ideas, muchas de ellas contradictorias entre sí, quiero destacar dos corrientes que, en mi humilde opinión, resultan contraproducentes, fuera de tono y — por encima de todo — piantavotos.
Respecto a Lemoine, no sé si el proyecto de ley de renuncia a la paternidad existe y sinceramente espero que no. Javier Milei ya declaró que no está en la agenda, por lo que no se me ocurre de dónde sacó la candidata sus inoportunas declaraciones más allá de querer figurar o quedar bien con ciertos sectores “masculinistas” que sin duda tienen sus argumentos y también forman parte importante de LLA.
Lamentablemente Lemoine, que no está capacitada aún para hacer declaraciones, desperdició una chance clara de gol que — para más desgracia — puede terminar en un gol en contra el domingo. Déjenme explicarme.
Poner énfasis en la hipocresía feminista siempre es válido. Vivimos dentro de un marco legal feminista según el cual las mujeres son ciudadanos de primera y los hombres son de segunda. Toda mujer tiene derecho a renunciar a su maternidad asesinando con la complicidad del Estado a su hijo por nacer — derecho que los hombres no tienen. Un hombre, a menos que me equivoque, no puede legalmente renunciar a ser padre y quedar exento de pagar la cuota alimentaria.
Para no hacerla demasiado larga, Lemoine debería haber aprovechado para remarcar lo absurdo e insostenible de tal situación y pedir por la derogación de la ley de aborto — no extender el aborto a los hombres. Argentina es un país de familias. Cuando la Selección ganó el Mundial, los jugadores festejaron con sus esposas e hijos ante los ojos del mundo. Lionel Messi, el argentino más importante de todos, es un orgulloso padre de familia. La Libertad Avanza, el partido de la reconstrucción nacional, debe apuntar a la responsabilidad personal y la unión familiar — no importar propuestas propias de sociedades a punto del colapso y la disolución social.
En cuanto a Benegas Lynch, el peligro es similar, pero pasa por otro lado — el del liberalismo snob. Veo en gente como él un palpable desprecio por lo popular, y quizás algo de resentimiento hacia la masificación de las ideas del liberalismo, hasta hace poco propiedad de una logia de académicos. También veo en él una especie de liberalismo resentido y destructivo — un descendiente del radicalismo anticlerical del Siglo XVIII.
No digo que los intelectuales no tengan su lugar —seguramente Benegas Lynch es un consejero valioso a diferencia de Lemoine — pero justamente por sus propias características no deben dirigirse directamente al público sino limitarse a asesorar a los líderes políticos puertas adentro. El cierre de ayer debería haber terminado con fiesta y vitalismo, no con declaraciones casi revanchistas de un octogenario contra el Vaticano en un país mayormente católico, con todos los defectos que pueda llegar a tener el Papa.
El concepto Dios, Patria y Familia — de manera más o menos literal — se encuentra en el corazón del pueblo argentino. Ir contra cualquiera de estos tres pilares — especialmente en nombre de un individualismo liberal abstracto o puramente teórico, como aquel Lenin que dirigía a los trabajadores sin haber pisado nunca una fábrica — es a la larga o a la corta un tiro en el pie.
Así como los chinos primero son chinos y después en todo caso serán marxistas, los argentinos primero somos argentinos y no hay manera de crear el hombre liberal como tampoco hubo forma de crear el hombre socialista — una utopía peligrosa digna de fanáticos que odiaban a sus pueblos. A diferentes hombres, diferentes constituciones, decía De Maistre, porque “el hombre [como figura abstracta] no existe en el mundo”.
Espero que las urnas nos regalen la victoria y Milei nos abra las puertas a un nuevo paradigma — el liberalismo con características argentinas.
Pensé que era el único que imaginaba un "liberalismo con características argentinas" ¡te lo digo en serio!. Un día le comentaba a un amigo como Milei debería argentinizar aún más al Liberalismo, siendo incluso en ello necesario, sacarse de encima el régimen demo-liberal imperante. Clara inspiración bukelista, que dijo algo similar en la ONU.
Muy interesantes observaciones! Y muy atinadas las de BL. Concuerdo en todo menos en tus deseos finales que yo se los destino a Patricia Bullrich. Estoy convencido que ninguna de las 3 fuerzas (con chances de ganar) conforman espacios homogeneos. Viene medio mezclada la cosa. Felicitaciones!